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Kadaj
Soy un "escritor" que pretende especializarse en todo lo que tiene que ver con los sentimientos, las reacciones, las variadas formas de razonar y en general todo lo que sea psicología en sí. Darle un porqué a lo que muchos no prestamos atención y poder usar aquello como entretenimiento general.
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Kadaj &Tamarakatsuki. Con la tecnología de Blogger.

NII-SAN Capítulo XVI Parte 2 "Renacer"


Base de MiaLove01 (DeviantArt) Dibujo original. (KadajSpira)


Flash Back:


Sus ojos estaban demasiado cansados; no quería abrirlos, le pesaban. Pero sí estaba despierto y no deseaba volver a soñar. Aquellas pesadillas que remontaban una infancia irreal, tan desagradable como dolorosa, no le simpatizaban en lo más mínimo. Decidió voltear con fatiga, apretando su cobertor cerca de su rostro, haciendo un esfuerzo por mantenerse consiente y no volver a dormir. Su “manta” tenía un aroma singular; eso lo entretuvo. Se le hacía familiar. Inhaló con fuerza, buscando en su memoria la coincidencia.

- Nii-san…- susurró reconociendo el aroma de Sephiroth en la prenda. Era su capa de cuero, y conservaba su esencia de una forma especial. Si él la tenía encima, ¿eso quería decir que se encontraba en su cama?

Tanteó el lugar lentamente con una mano, buscando la presencia de su hermano mayor hasta encontrarse con la calidez de un cuerpo. Se aferró a esa calidez vestida en una tela fina, sin otra razón que buscar compañía. Quería al mayor cerca, saber que estaba ahí. Su presencia le tranquilizaba. Era prueba de que había salido de su prisión blanca a la que llamaban psiquiátrico. Su hermano realmente lo había liberado.

Una mano tocó la suya, acariciándola con ternura; de forma reconfortante. No en una caricia perversa tan particular en Sephiroth, ¿acaso éste había cambiado su actitud en su ausencia?

- Kadaj… ¿estás despierto? – pronunció una voz que no era la que él creía.

El albino abrió los ojos un tanto asustado. Temía que su huida hubiera sido sólo un buen sueño entre todas sus pesadillas; que en realidad siguiera cautivo con el doctor Hamilton. Pero no.

- … ¿Zack?- dijo algo mareado mientras se incorporaba lentamente en lo que ahora descubría como un sillón. - ¿Dónde estoy?

- En el gimnasio de Sephiroth – contestó el azabache con esa sonrisa que inspiraba confianza, apretando levemente la mano con la que Kadaj, aun lo tocaba.

Por instinto, el menor dirigió su mirada hacia donde había estado posando su mano. Y al ver que ésta se encontraba sobre la pierna de Zack no dudó en quitarla algo avergonzado. Ahora que estaba más despabilado podía reconocer el famoso sillón negro sobre el que se encontraba y darse cuenta que, de haber sido Sephiroth el que se encontrara a su lado, él no estaría vestido para el momento.

Sus mejillas se tornaron un poco más rosadas de lo usual al imaginar tal escena.

- Lo siento… - pronunció el albino disculpándose con Zack por haberlo tocado de forma indebida. Aunque lo que había querido decir en realidad, era “gracias, gracias por no reaccionar como ‘él’”

Zack rió rascándose la cabeza mientras le pedía que no se preocupara por esa clase de cosas. Le revolvió el cabello como si se tratara de un niño y se acomodó en el sillón en el que se encontraba con una sonrisa imborrable.

- ¿Cómo te sientes?- le preguntó luego haciéndose para adelante; interesándose demasiado en su estado.

- … Bien… Sí, ahora estoy bien. – se relajó el albino al ver que, efectivamente, se encontraba “en casa” - ¿Mi hermano te envió a cuidarme? – le interrogó curioso por su presencia e interés.

- De hecho… sí. Aunque admito que estaría aquí aunque él no me hubiese pedido – dijo Zack con seguridad mirando al techo.

Kadaj se inclinó un poco para verle a los ojos. ¿Por qué le importaba? A pesar de que Zack siempre le había parecido una persona muy agradable, nunca habían pasado a más de un “hola”. El azabache era una de las pocas personas en las que Sephiroth confiaba… eran amigos; pero eso no quería decir que él le dejara acercarse a su hermano menor a no más de un metro, no por lo menos hasta hoy. Por su parte, Kadaj siempre había mantenido su distancia, ya que él nunca había querido tener que verse obligado a acercarse a su hermano mayor por culpa de “alguien más”. Pero ahora era diferente. De hecho, esta era la primera vez que ellos entablaban una conversación que se saliera de su típica estructura y mantenían contacto físico. Era la primera vez que Kadaj estaba tan cerca de Zack como para haberlo tocado y viceversa.

Pensar en esta clase de cosas le hacían ver al menor, lo paranoico que podía ser su hermano a veces. Como si todo el mundo “quisiera” con él; como si todo ser en el universo fuera una amenaza para la relación que mantenían.

- ¿Por qué lo dices? – preguntó al fin cuando Zack bajó la vista y sus miradas se cruzaron.

- … Porque hay muy pocas personas que saben dónde estuviste estos últimos días. Muchas menos las que saben la razón de tu ausencia. Yo soy una de ellas… Creo que tengo derecho a preocuparme aunque sea un poco, ¿no? - Zack volvía a sonreírle de forma cálida y Kadaj simplemente no sabía cómo reaccionar.

- … ¿Sephiroth te lo dijo? – estaba avergonzado, tanto que tuvo que bajar la mirada al preguntar. Lo que había hecho; esa decisión tan cobarde que había dejado sufriendo a las personas que más quería, venía pesando en su conciencia desde su despertar. No se imaginaba que el hecho habría afectado también a Zack. ¿Realmente se preocupaba?

- Así es… de hecho, estuvo bastante mal estos días…

Fue un golpe bajo, que hizo que el albino colocara una de sus manos en su cuello en un intento de calmar el dolor que le producía el nudo de angustia en su garganta.

- Yo no quería hacerlo sentir así… tienes que creerme… - su voz se doblegaba al sentimiento que desbordaba, Se hacía notar.

- Lo sé – dijo sin dudar el soldado apenas Kadaj terminó de hablar- puede que no hayamos hablado demasiado desde que nos conocemos… y ambos sabemos por qué – pronunció con énfasis la última frase haciendo referencia al cetra ausente – pero Sephiroth suele hablarme mucho de ti… y por lo que creo conocerte, sé que tú no serías capaz de hacer algo así sólo para “ponerlo de malas”. Ustedes dos son muy diferentes después de todo.

El menor se le quedó mirando anonadado. No se esperaba tales palabras. Más bien una reprimenda, como “niño, estúpido, mira como hiciste sufrir a mi amigo”, o “eres un cobarde, no tienes vergüenza”; pero no. Parecía que Zack estaba de su lado, por alguna extraña razón… que le comprendía a pesar de no conocerlo en persona.

Sonrió motivado, y le miró juguetón.

- Ustedes dos también son muy diferentes – declaró el albino tras la primera “charla” con Zack – es fácil hablar contigo a diferencia de hablar con él; para empezar.

Zack rió con la salida del menor, y asintió en acuerdo. Él también se daba cuenta.

Para ser “amigos”, su Sephiroth y el soldado eran dos hemisferios diferentes. Cuando el albino decía no, el azabache decía si. Zack era amigable y tenía una personalidad cálida; sabía escuchar y también aconsejar con prudencia y ética moral. Siendo que Sephiroth era más mezquino y frío como el hielo, no era de los que les gustara demostrar. No sabía escuchar sólo mandar u obligar y su ética carecía de humanidad. ¿Cómo era posible que dos personas tan distintas llevaran adelante una amistad que ya databa de años?

- ¿Cómo lo haces?- interrogó el menor con una intriga que lo sobrepasaba.

El soldado miró pensativo hacia el techo y luego le devolvió la sonrisa, mirándolo a los ojos.

- La verdad, es muy simple… soy muy tolerante.

- ¿O sea que admites que a veces mi hermano puede ser insoportable?- quiso asegurarse el albino, conteniendo una risa que terminó por escapar al final de la frase.

- ¿A veces?

Sus carcajadas se tornaron unísonas. El hecho de hablar “mal” de una persona que les molestaba y a la vez apreciaban, era la terapia perfecta para recobrar las sonrisas perdidas.

Un silencio se hizo presente al finalizar sus risas. No era uno de esos silencios incómodos, si no, uno de los que se presenta cuando ya no queda nada por decir. Sin embargo, a Zack todavía le quedaba algo por confesar.

- Kadaj… creo que también debo decirte que…. Me enteré de otra cosa que te respecta.

El azabache fue interrumpido por un inoportuno portazo que puso a la defensiva a ambos soldados. Lucrecia entró a la habitación desesperada; tan agitada que las palabras se amontonaban en su garganta y salían tan débiles de sus labios que eran inentendibles. La mujer estaba aterrada, se le notaba en su pálido rostro que sudaba frío. Verla tan ajena a como en realidad era, conseguía hacerle temblar las manos al albino.

Kadaj se reincorporó son el ceño perturbado; sabía que algo malo había pasado.

- … Va a matarlo… por favor… haz algo…- llegó a decir Lucrecia antes de romper en llanto cayendo de rodillas al suelo- …Riku…

El menor sintió desfallecer. Su corazón se detuvo al escuchar aquel nombre acompañado del sollozo de la científica, y por deducción… supo a quién debía detener; la persona ausente de la que hablaban con Zack. Aquel hombre que lo despertó de una pesadilla para hacerle vivir otra, que decía amarlo y para demostrarlo destrozaba su vida y la de los que lo rodeaba. Sephiroth siempre era el culpable.

Corrió hacia Lucrecia con el corazón en la garganta, sintiendo como la adrenalina se apoderaba de su cuerpo, y preguntó eufóricamente “dónde”, dónde se hallaba Riku. Apenas obtuvo respuesta, salió en su búsqueda junto a la mujer, que apenas le seguía el paso.

Zack, quien estaba más despabilado de sus acciones, pensó más correctamente y llamó a los paramédicos de Shinra, a quienes seguramente necesitarían.


Fin del Flash Back






Kadaj forcejeaba para que Sephiroth soltara su brazo. No quería que lo tocase; que pusiera aquellas manos manchadas con la sangre de su hermano, sobre su cuerpo. Quería zafarse y abrazar a Riku. Deseaba pedirle perdón, por todo… Por haber intentado quitarse la vida de forma tan egoísta, por haber permitido que Sephiroth lo lastimara de aquella forma tan tortuosa. Por haber estado ausente.

- ¡Riku!- lo llamó angustiado, esperando una respuesta que nunca llegó. Estaba extraño, pero no era para menos habiendo estado muerto por unos cuantos segundos.

Finalmente Kadaj consiguió soltarse y correr hacia él para tomarlo de los hombros. Ninguna de sus preguntas fue contestada, Riku estaba fuera de sí. Tenía la vista de lleno en él, pero no lo veía. Sus ojos estaban vacíos, opacos; no demostraban nada. Se veían aún más inexpresivos que los ojos ceniza de Sephiroth. Cuando de repente, su mirada se centró sin razón aparente.

Ahora lo veía.

- Kadaj…- pronunció él con voz suave, cansada. Como si hubiera despertado de un largo sueño. Elevando sus brazos a la espalda de su gemelo. – Estás aquí…- reconoció abrazándolo de forma posesiva. Su cuerpo se movía apasionado, vivo. Pero su rostro no reflejaba emoción alguna.

Sephiroth dio un paso adelante vigilando la situación con cautela. Pronto se encontró rodeando a Riku como presa en asecho. No se fiaba de esa actuación sin argumento. Él sabía que había asesinado a Riku. Notó el preciso instante en el que dejó de respirar, percibió con detalle cuando sus pupilas se dilataron inertes. Supo cuando su corazón dejó de latir.

Era imposible que estuviera vivo.

Zack se mantuvo a pocos pasos, aunque prefirió no cruzar el lumbral de la puerta. La situación vigente no le correspondía. No tenía derecho a interferir, pero tampoco se podía permitir ignorar. Algo andaba mal como para tener a Sephiroth tan nervioso, tan a la defensiva. Llámele corazonada, pero el azabache también sentía que algo no andaba bien. Y dejar a Kadaj en la habitación no era opción. Cuidarlo era su promesa, y no había promesa que él no cumpliera.

Por su parte, Kadaj se sentía seguro. No dudaba, imposible dudar de la persona que amaba. Lo abrazó correspondiendo, sin prestar atención a sus dos “guardaespaldas” que lo vigilaban de cerca. Había extrañado a Riku, y mucho. De hecho, había sido la única persona que recordaba con cariño en su prisión blanca. Todo este tiempo había querido volver a tocarlo, sentirlo, amarlo… y no le importaba nada más.

Lo tenía cerca.

- Kadaj… eres mío… - pronunció Riku en la misma tonalidad de antes, pasando esos ojos vacíos sobre Sephiroth, quien detuvo su paso ante el contacto directo. Era un desafío, Riku lo desafiaba, por lo que el mayor frunció el ceño haciéndole frente; esperando su próximo movimiento.- Eres mío solamente… mío y de nadie más…- fue entonces cuando comenzó a apretarlo. Clavando con fuerza sus dedos en la espalda de Kadaj. Aferrándose a su cuerpo con tanta ira, que parecía querer arrebatarlo de este mundo y llevárselo consigo al próximo. Lo lastimaba, y estaba consciente de ello, ya que poco a poco la fina camisa blanca que aun llevaba puesta, se iba desagarrando para dejar su piel al descubierto.

- Riku… para… me haces daño… - comenzó a pedir su gemelo en forma casi suplicante ante el agudo dolor de sus uñas abriendo su piel.

Su fuerza había cambiado, sus instintos, su forma de actuar, se asemejaban más a su especie. El de ojos celestes había dejado de escuchar; de usar su moral. Se concentraba en su única salida de victoria: Sephiroth. Inspeccionaba su expresión con recelo, buscando el punto en el que podía doblegar a aquel insensible ser. Pagarle con la misma moneda.

¿Cuánto podría hacerlo sufrir a través del dolor de Kadaj?

Era sólo una prueba por ahora. Sólo verificaba cuanto dolor debería sentir Kadaj para que Sephiroth se decidiera a actuar; para que baje su guardia.

- … Riku… ¡Aah! – Finalmente Kadaj terminó por gemir cuando su carne fue perforada y la sangre comenzó escurrir.

Ese era su límite.

Sephiroth reaccionó. Se propuso separarlos, debía alejar a Kadaj de aquel molde de Riku. Había algo en él, algo oscuro. Algo que deseaba lastimar a su amado hermano para llegar a él. Y eso, no era Riku… el gemelo de su amado hermano, no era más que un reflejo de un humano, y las acciones que este ser decidía tomar se asemejaban más a las de un cetra. Sonaba como algo que él haría si lo llevaran al extremo.

El de ojos ceniza tomó violentamente a Riku por los hombros y empujó a Kadaj hacía atrás para alejarlo. Zack, quien tras la agresión hacia su protegido había cruzado el lumbral, alcanzó a sostener a Kadaj cuando caía de espaldas y lo alejó de la situación.

Riku, quien aún mantenía abiertos sus brazos, en la misma posición en la que estaban cuando Kadaj le fue arrebatado. Sólo se dedicó a mirar a su gemelo. Un poco de angustia fue reflejada en su inexpresivo rostro, aunque era casi imperceptible. Nuevamente Kadaj se alejaba de él, del dolor que le producía su relación.

- Ahora lo comprendo… - dijo con su voz muerta el de ojos celestes – Él lo comprende… sabe que sólo hay una forma en la que esto acabará – habló bajando ambos brazos para luego señalar a Kadaj con la derecha – Riku sabe que para que el dolor pare… tú debes morir.

Su cuerpo se movió ágil, tomando desprevenido a Sephiroth. Su velocidad también había cambiado. Tomó uno de los vidrios de la ventana espejada que el mayor había roto con anterioridad y se dirigió amenazante contra su gemelo. Iba a asesinarlo.

“- Ese no es Riku… ese no es Riku… no es él”- se repetía Kadaj a medida que lo veía acercarse a la velocidad irreal en la que podía pensar. No lo entendía, no podía comprender como las cosas podían ponerse todavía peor. Podía verse reflejado en los ojos de Riku. Tan indefenso, tan angustiado. No iba a defenderse; no de él. No tenía el valor de ponerle una mano encima para proteger su vida… porque de hecho. Lo amaba más que a sí mismo.

Pero había alguien que sí le defendería.

Sephiroth se interpuso en el camino de Riku, portando la misma clase de “arma” que él llevaba. Y para cuando Kadaj pudo reaccionar, el filo ya había atravesado el hombro de su gemelo, manchando el brilloso piso blanco de azul. Sephiroth continuaba lastimándolo, retorciendo el cristal en su carne al ver como el menor seguía ejerciendo una presión importante para seguir avanzando contra su hermano. No paraban, ambos parecían motivados por el sufrimiento del otro. O eso creía Kadaj… Hasta que su impotencia le hizo prestar más atención hacia aquel que no era Riku.

No sufría… No padecía dolor, ni siquiera miraba a Sephiroth, quien comenzaba a cortarse él mismo al apretar el vidrio contra el menor para frenar sus intenciones. La mirada del de ojos celestes esta fija en su objetivo, estaba clavada en Kadaj. ¿Qué era lo que había tomado posesión de Riku?

Finalmente el vidrió que lo retenía se rompió y el menor se abrió paso tajeando el brazo de Sephiroth para abalanzarse sobre Kadaj.

No quiso ver. Prefirió cerrar los ojos y bajar la cabeza, a tener que ver a la cara a la persona que tanto amaba, como su asesino. Simplemente aceptó lo que seguía.

- Quítate… - pronunció la voz de Riku, obligando a su gemelo a observar lo ocurrido.

Zack había frenado el ataque, permitiendo que el vidrio le atravesase la mano entera para sostener el puño de Riku, y Sephiroth sostenía por detrás el brazo del menor, así impidiendo que todo el peso del ataque recayera sobre el soldado. Ambos se habían comprometido a protegerlo, por más que por ello salieran lastimados.

Esto ya no era una cuestión de sí mismo; morir no era opción, ya se lo habían demostrado. Y si quien tenía en frente no era Riku… debía hacerlo regresar. Debía comenzar a tomar esto en serio, como un soldado.

Kadaj pateó a su agresor en el estómago, haciéndolo retroceder lo suficiente como para que la mano de Zack fuera liberada. Su gemelo había soltado el vidrio. Corrió hacia él entonces, a la vez que Riku lo hizo y ambos acabaron en el piso con las manos alrededor de su cuello.

-¡Devuélvemelo! – ordenó Kadaj mirando con odio aquellos ojos inexpresivos que no eran del que amaba.

Fue entonces cuando la vio. Esa nube espesa negra que rondaba por sus pupilas dilatadas. Había algo ahí, algo vacío pero vivo. Era Riku, quien tenía en frente era Riku. Pero algo le nublaba la visión, algo hablaba por él, obraba por él… y ese algo era oscuridad.

Su don… su habilidad… era oscuridad. Era su opuesto. Y si esa oscuridad lo había cambiado. Sólo debía “aclararla”.

Quitó las manos del cuello de Riku, permitiendo que la presión que ejercía su gemelo sobre el suyo fuera aun mayor, más no le importó. Pasó sus manos, una sobre la otra, sobre el rostro de Riku y con la dificultad que se le presentaba para respirar, se concentró lo suficiente. No tenía práctica. No lo hacía desde pequeño, no desde que Lucrecia lo había descubierto. Pero era la única salida. Sólo tenía una oportunidad.

Las luces bajaron, similar a una falla en los generadores o baja tensión. Entonces aquel ser lo vio venir. Subió con desesperación las manos al rostro de Kadaj y buscó con los dedos el lugar de los ojos. Quería arrancárselos evitar que lo desterraran de Riku, pero ya era tarde. Las luces sufrieron un apagón, y desde otro punto de la habitación una luz se desplegó tan fugaz como un choque eléctrico sobre los ojos de Riku. Un grito desgarrador similar al de una niña, hizo eco en la habitación. Para cuando las luces volvieron, una sombra había tomado forma en una esquina de la habitación; viendo con ojos tétricos e iracundos a los que allí se encontraban.

La sombra tomó la forma de una niña de lágrimas negras impresas en la piel, tales como petróleo; vestimentas gastadas y cabello como el humo. Parecía inofensiva, pero al moverse Sephiroth, tomó una apariencia desagradable. Su rostro putrefacto y dientes afilados desafiaron al cetra en un grito escalofriante.

- Naše postojanje će istrajati sve do njegove smrti . To ježelja našeg Stvoritelja – exclamó mirando a Sephiroth en un idioma que el menor desconocía, pero que el mayor pareció entender por su reacción.

La sombra se esfumó entre la comisura de las paredes, dejando atrás a un Riku inconsciente, pero vivo.

Kadaj soltó el aire que había estado reteniendo en sus pulmones cuando los brazos de su gemelo cayeron al suelo. Acarició su rostro aliviado. Al parecer había funcionado.

- ¿Qué era esa cosa?- preguntó al aire sintiendo como su cuerpo estaba estático todavía por lo que había hecho y visto.

- No estoy seguro… - respondió el mayor cubriendo la herida de su brazo con una mano.- Pero tiene que estar relacionada con nuestra especie… comparte el idioma de “madre”.

- ¿Hablaba en ese idioma?- preguntó Zack levantándose y haciendo señas a los médicos y Lucrecia, que se habían quedado pasmados en la parte de atrás, para que asistieran a Riku - ¿Qué te dijo? ¿Conseguiste entenderla?

- Dijo: “Nuestra existencia persistirá hasta su muerte. Es el deseo de nuestro creador.”



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