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Kadaj
Soy un "escritor" que pretende especializarse en todo lo que tiene que ver con los sentimientos, las reacciones, las variadas formas de razonar y en general todo lo que sea psicología en sí. Darle un porqué a lo que muchos no prestamos atención y poder usar aquello como entretenimiento general.
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Kadaj &Tamarakatsuki. Con la tecnología de Blogger.

NII-SAN Capítulo XVII "Amnesia"



Las voces se detuvieron, la oscuridad se volvió luz y las sombras que lo asechaban, se extendieron hasta perder presencia. Finalmente, el silencio ocupaba el lugar de sus pensamientos; su cordura se renovaba, pero su cuerpo cedía ante el maltrato. El punzante dolor en su hombro izquierdo le impedía conciliar un sueño profundo, por lo que su despertar fue inevitable.

Su vista se nublaba haciendo un intento por acostumbrarse a la luz opaca que se filtraba por la ventana, y poco a poco, las sensaciones fueron volviendo a su cuerpo. El sonido del reloj, colgado en la pared, lo hizo virar en busca del tiempo perdido. ¿Cuánto tiempo llevaba dormido?

Las agujas marcaban las seis y diez, hora en que el crepúsculo teñía el cielo de un tenue rosado. Por inercia, Riku tocó su cuello, sintiendo así la aguja que le perforaba, brindándole la sangre que al parecer había perdido.

No conseguía entender el porqué. No recordaba absolutamente nada, ¿dónde estaba?

Siguió el tubo plástico con su mano, girando la cabeza hacia donde conducía, encontrándose con unos cabellos platinados a un lado del recorrido. Su hermano gemelo se encontraba a su lado, cuidándolo como una vez él lo hizo en el hospital; velando su despertar. Le recordaba a sí mismo. La espera lo había vencido, y se había quedado dormido descansando su cabeza sobre la cama, aún sentado en aquella silla blanca de hospital.

Estaba en un hospital, pero no recordaba como había llegado allí. Estaba acostado en una cama de gruesas sabanas, y ahora podía notar su estado. Todo el cuerpo le dolía, escocía de tal manera que parecía haber salido de un edificio en llamas. Se miró las manos y los brazos en busca de las pruebas, pero no había nada. No tenía marca alguna; ni una sola huella de haber salido quemado. Pero el dolor persistía.

¿Qué había pasado? ¿Cuánto tiempo llevaba inconsciente?

Hizo un esfuerzo fatídico por recordar, pero las imágenes en su cabeza carecían de sentido. Eran borrosas, confusas; meros fragmentos de su pasado y presente se mezclaban en su cabeza con lo que parecía un futuro que ni él conocía ni imaginaba. Una fuerte puntada en la sien detuvo todo el enredo e interrogantes, así dando paso al intenso dolor que acompañaba a todo el de su cuerpo y lo hizo gemir tomándose por la cabeza.

-       … ¡Riku! ¿Qué ocurre? ¿Qué te duele?- preguntó Kadaj al haber sido despertado repentinamente de un salto por el grito de su hermano.

Riku volteó hacia él con una mirada de sufrimiento, pero no por el fuerte dolor de cabeza ni el escocimiento de todo su cuerpo, sino por la emoción de volver a ver esos ojos verdes azulados que durante tanto tiempo él había presenciado cerrados. No lo veía desde que Kadaj había estado en coma, y no le habían dado la oportunidad de verlo cuando este despertó. Hacía más de dos meses que no hablaban. Estaba demás decir que en todo ese tiempo lo único que ocupaba sus pensamientos era la figura de su hermano, el vago sonido de su voz y la calidez de su tacto. Anhelaba todo de él, comprobar cuan reales eran sus pensamientos.

Finalmente lo abrazó a costas de su dolor, eso ya no le importaba. Y sin darse cuenta, aquel gesto tranquilizaba lentamente el alma torturada de Kadaj. Volvía a ser el mismo Riku de siempre; Kadaj lo sentía en las húmedas lágrimas que mojaban su hombro… Este Riku lloraba su rencuentro.

-       Te he extrañado tanto… todo este tiempo… Por momentos realmente pensé que no volvería a verte. – confesaba entre espasmos el de ojos celestes, acongojado por el sufrimiento acumulado que estaba dejando salir sin miramientos - ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué quisiste alejarte de mí para siempre? – preguntó finalmente estrechando el abrazo. Tenía que preguntar, quería saber si realmente la decisión tomada había sido efectuada por su culpa; si realmente él había sido la causa de su intento de suicidio.

Kadaj se quedó en silencio. Al final alguien preguntaba el “porqué”, y él todavía no hallaba respuesta correcta. ¿Había respuesta correcta en este caso? No podía decirle que sus palabras le habían dolido y que por eso se había envenenado. No se permitiría responder que la actitud de Sephiroth lo había abrumado de tal forma que decidió quitarse la vida. Ninguna era buena respuesta, y no porque no fueran verdad, si no porque le resultaba patético, y ahora es cuando se daba cuenta. Había sido egoísta; había hecho sufrir a muchas personas por esa decisión tan cobarde de “huir de la vida”. Ninguna era buena respuesta, porque en realidad… no tenía excusa.

Correspondió al abrazo acariciándolo con su cabeza, y con un nudo en la garganta respondió:

-       Lo siento… lo lamento mucho.

No estaba seguro de si eso convencería a su gemelo, pero de todas formas interrumpió el abrazo y se separó mirándolo angustiado; intentando que en él vea el arrepentimiento. Y entonces lo beso. Hacía tiempo ya que sus labios no se acariciaban, que no se sentían. Y tal vez esa fue la razón por la que esta vez se sentía tan bien. O con eso pretendían justificar esta nueva y placentera sensación.

Sus labios estaban cálidos, temperatura ideal para saborear un beso robado. Ambos dejaron que sus lenguas se tocaran tímidas, inexpertas, como si fuera la primera vez para ambas. Un cosquilleo delicioso tomó protagonismo entonces. Era similar a una leve pero constante corriente eléctrica que los unía. La reacción de reunir dos “opuestos”.

Se sentía bien; demasiado para un simple beso. Había algo que lo llamaba; lo hacía sentirse pleno. Era como una dosis de una droga dura, demasiado adictiva.

Lo rodeó con más fuerza, indiferente hacia el dolor, obligándole a abrir más la boca para profundizar el beso que le enloquecía, e irónicamente fue Kadaj quien se quejó adolorido. Su gemelo se separó confundido, mirándolo interrogante, hasta que notó el sobresaliente debajo de su ropa. En un impulso abrió algunos botones de la camisa de Kadaj, así descubriendo que su espalda se hallaba vendada por completo, dejando que unos retazos de tela cruzaran por su pecho.

-       ¿Qué te ocurrió? – preguntó con la preocupación subiéndole por la garganta, obligándole a voltear para inspeccionar las profundas heridas en su espalda que eran ocultadas bajo las vendas. - ¿Quién te hizo esto? – lo interrogó haciéndolo virar para clavarle la mirada.

Kadaj se lo quedó viendo con ojos extrañados y pensativos. ¿Acaso no recordaba nada? ¿Cómo empezaría a explicarlo? Y más importante ¿cómo reaccionaría? No era el momento… eso pensó el albino mientras se hundía en los ojos celestes de su hermano. No deseaba hacerlo sufrir, quería evitarle el mal momento a toda costa, y estaba dispuesto a mentir si era necesario.

Se acomodó la ropa y el vendaje pronunciando un leve “no es nada”, sin siquiera mirarlo. Esperaba que eso apaciguara el desasosiego creciente en su hermano… pero se equivocó. La situación empeoraba, ya que al no obtener una respuesta concreta las especulaciones sobre “quién era el culpable”, brotaban ahora, al azar.

-       ¿Fue él?... ¿Fue Sephiroth? ¡Ese maldito te hizo esto, ¿no?!

Normal. Era de esperarse que se culpe a quien siempre estaba detrás de cada “crimen”. Pero esta vez, “el asesino tenía las manos limpias”. No había sido él ni por asomo, pero como convencer a la audiencia de lo contrario. Necesitaba un culpable…

-       De verdad… no es nada, sólo un rasguño – intentó excusarse quitándole importancia a la gran herida en su espalda, evitando darle lo que buscaba. Pero no lo convenció.

Riku estaba iracundo. Se quitó la intravenosa con furia y se levantó violentamente de la cama, sosteniéndose de las paredes por el mareo que le atacó. Más no le importó, la necesidad de golpear a su enemigo podía con cualquier obstáculo. Quería matarlo, asesinar a Sephiroth.

-       ¡¿Qué haces?!- le gritó Kadaj ayudándolo a mantenerse en pie - ¡¿Te volviste loco?!

-        ¡No pienso dejar que él siga haciendo lo que se le de la gana! ¡No permitiré que te lastime de esa forma!- le contestó a gritos con la voz rasgada de la impotencia que lo sobrepasaba. No había podido hacer nada, no había podido proteger a Kadaj. Pero podía hacer algo ahora y no iba a dar marcha atrás.

Quitó las manos de Kadaj suavemente, intentando controlar el impulso desesperado de destruir todo lo que se encontrara en su camino hacia aquella justicia que pasó a ser venganza. Le dolía admitirlo, pero la verdad era que la primera, por más de que tranquilizara su conciencia no era parte de la verdad; no deseaba justicia… quería venganza.

Caminó hacia la puerta apretando el pasó hasta que Kadaj lo detuvo nuevamente.

-       ¡No fue Sephiroth! – confesó el de ojos brillosos con un nudo en la garganta, ya que no sabía como continuar la frase.

-       ¿Entonces quién? – se detuvo en seco su gemelo, mirándolo con ojos odiados. Sólo necesitaba un nombre. Cualquiera. - ¿Rufus? – intentó adivinar continuando con el segundo nombre de su lista de odiados.

-       … No- respondió Kadaj sabiendo que no podía dejar cargar con la culpa a dos convictos exentos de culpa de en este crimen. Su hermano mayor y ese hombre al que solía llamar “padre” no eran los culpables, por más que ambos lo hubieran lastimado y traicionado, respectivamente. Tenía que darle otro nombre, por más que no fuera el culpable real… Alguien que no conociera, alguien a quien no pudiera lastimar – fue… fue… ¡Hamilton!

-       ¿Quién?

-       Uno de los psiquiatras… uno de los hombres que me atendió en ese lugar. No usaba métodos muy ortodoxos.

-       … ¿Qué? – Riku parecía confundido y a la vez sorprendido - ¿Te hicieron ESO en el psiquiátrico donde estuviste?... N-no pueden… ¡No es legal!

-        No es legal… pero si pueden. Sólo deben hacerte pasar por loco para esquivar las denuncias. Un simple “él solo se lo hizo” “Es producto de demencia” o “Se lo diagnostica como esquizofrénico” y no sólo no pierden dinero, si no que también pueden hacer que te quedes ahí más tiempo para seguir haciéndote todas estas cosas.- declaró mezclando sus mentiras con una realidad que él había tenido la desdicha de conocer, posiblemente eso volvería su historia un poco más creíble.

Apretó los puños sin poder hacer más, su desahogo quedó en la nada. No podía descargar su ira con nadie.

-        Riku… ahora todo está bien…- le tranquilizó Kadaj posando sus manos suavemente en los hombros de su gemelo para dirigirlo nuevamente a la cama – estoy aquí ahora. – le dijo apretando sus labios contra los suyos. Haciendo volver las sensaciones placenteras al cuerpo de Riku. – Se siente extraño…

-       ¡¿También lo sientes?! – preguntó sorprendido tocando su labios para luego besarlo nuevamente, más por diversión que para comprobarlo.
Ya podían volver a lo cotidiano; a esos besos amorosos y juguetones que tanto extrañaban. Pudieron desconectarse de sus problemas, ahora eran sólo ellos dos. Nadie más.

Podían besarse cuanto quisieran, y Riku quería continuar hasta bien entrada la noche. Pero Kadaj, tenía otros planes.

-       Te va a dejar marca…- comentó con una sonrisa refiriéndose a su cuello, que empezaba a amoratarse por haberse arrancado la intravenosa.

Se alejó buscando los elementos para curarle, y mientras le colocaba una venda, Riku se decidió a preguntar.

-       ¿Qué pasó Kadaj?... ¿Por qué estoy aquí?

La sonrisa de su gemelo se tornó una mueca de indecisión. ¿Tendría que volver a mentir? No quería seguir engañándolo, pero tampoco quería arruinar su reencuentro con una verdad dolorosa. No era necesario mencionar que incluso se le estaban acabando los cuentos.

-       Tú… encontraste tu habilidad…- dijo comenzando con la verdad.

-       ¿Ah sí?... No lo recuerdo… Todo es muy confuso… ¿Cuál es?

-        … No lo sé… yo no estaba en la habitación, eso me contaron… - se mordió la lengua como castigo por las mentiras que no paraban de salir de sus labios.

-        Ya veo… - respondió un poco desalentado, alzando su mano para acariciar el rostro de Kadaj – Te amo… - le expresó haciendo que su hermano se acerque para nuevamente unir sus labios.





El gimnasio volvía a su ritmo habitual. Ruidoso. El constante choque de armas y golpes secos, incluso la respiración agitada del soldado azabache mantenían una “melodía” constante en el ambiente. Sephiroth se había encerrado a entrenar para descargar el gran cúmulo de ira que le había generado la situación de hace unas horas, y como era de costumbre, usaba a Zack como bolsa de box.

Al estar enojado utilizaba más fuerza de la habitual, y no había defensa que valga contra sus ataques, por lo que el soldado lo sufría de igual forma; más aún cuando el cansancio tomó lugar en su cuerpo abatido y lo único que lo motivaba a defenderse era la adrenalina, ya que tenía por seguro que si lo golpeaba perdería alguna extremidad.

-       ¡Hey! ¡¿Quieres calmarte?! – se quejó el soldado al ser acorralado contra la comisura de las paredes y por poco atravesado por la espada de Sephiroth.

-       ¿Calmarme? – repitió el albino con la voz áspera por la irá pero calmada como de costumbre – Kadaj está con Riku… velando el despertar de quien quiso asesinarlo – clavó su espada en su sofá en búsqueda de algo con qué desquitarse, mirando con odio al vacío y moviéndose con una violencia fría; aterradora. – Debería estar cortando la garganta de Riku en este mismo instante; protegiendo a Kadaj…- desclavó el arma tragándose la amargura - … ¿Cómo pudo perdonarlo?

-       Bueno… te perdonó a ti, ¿verdad? – intentó explicar el azabache hincándose para tomar esa bocanada de aire que tanta falta le hacía.

-       Esto es diferente… - contestó de forma violenta volteándose para colocar el filo de la espada sobre el cuello de Zack, quién levantó los brazos en forma de rendición.- Yo no intenté asesinarlo… - aclaró el cetra renunciando a la amenaza para darle la espalda y avanzar sin rumbo alguno, permitiéndole al otro volver a relajarse.

-       Lo de Riku fue sin intención… Tú viste lo que tenía dentro. Esa cosa lo controlaba.

-       Esa “cosa” es parte de Riku… cuando dijo ‘él sabe que la única forma es matarlo’ se refería a esa rata blanca. Riku sabe o cree que debe matar a Kadaj para conseguir lo que quiere.

-       Estás dando por hecho algo hipotético.

-       Kadaj no debería haberlo perdonado… - dijo de forma terca pasando completamente de las palabras del azabache.

Zack lo miró extrañado; su amigo volvía a hacer énfasis en esa frase, repitiendo cuán grande era su desaprobación en la decisión tomada por su hermano menor.

-       ¿Le tienes envidia? – preguntó aún más sorprendido por conclusión que el mismo había sacado.

-       ¿Bromeas? – criticó el mayor haciendo caso omiso a la credibilidad de su comentario.

-       Le tienes envidia… - afirmó sonriendo ante el hecho – porque Kadaj perdonó a Riku en cuestión de segundos y a ti tardó años en perdonarte.

-       Cierra la boca. – ordenó el albino acercándose de forma amenazante, a lo que Zack no tuvo más que obedecer.

Había metido el dedo en la llaga y lo sabía, pero pasar tanto tiempo con su conflictivo amigo había dado sus frutos. Sabía que sólo hacía falta eso para que de un momento a otro, el cetra hablara por sí sólo.

-       … No quiere hablarme… - confesó Sephiroth volviendo a clavar la espada en el sofá para luego dirigirse al intacto sillón negro, y recostarse para ver la foto de su hermano pegada en el techo.

-       …Bueno… es Kadaj… ya se le pasará.- exclamó Zack bastante inseguro de sus palabras – Metiste la pata, sí… pero parece que tienes la habilidad de sacarla siempre con facilidad. Además, Kadaj es demasiado bueno como para que a esta altura intente aprender a odiarte.

-       … No lo entiendes… Esa cosa dijo que volvería… intentará asesinarlo otra vez. No sé cuándo; no sé cómo. Así que dime… ¿cómo se supone que voy a protegerlo si no me quiere cerca?

Zack se sentó en el apoya brazos mirando pensativo hacia el suelo.

-       Tienes razón… Tal vez… Tal vez yo pueda hablar con él, convencerlo... – estaba diciendo el azabache cuando los ojos ceniza de Sephiroth se clavaron en él con furia. Por un momento había olvidado lo posesivo que podía ser el albino con Kadaj, y permitirle que se acercara a su hermano no cabía ni siquiera en las posibilidades.- Mejor olvídalo… era un mal plan. – dijo Zack retractándose para luego dirigirse a la puerta.

-       ¿A dónde vas? – preguntó Sephiroth de forma paranoica al recordar esa nueva interacción que al parecer quería establecer Zack con su hermanito. Lo quería lejos, quería alejar a todo aquel que se le acercara demasiado.

-       Voy a buscar algo de beber… - mintió en un intento por huir de esa mirada asesina.

-       Zack…que te hable de Kadaj no significa que puedas meterte en nuestros problemas ni mucho menos es nuestra vida. No midas tus límites… ya los conoces.
El soldado asintió ante la presunta amenaza, pero antes de retirarse se volvió hacia el albino.

-       ¿Puedo darte un consejo? … Mientras sigas alejando a todas las personas que quieran formar parte de la vida de Kadaj, apartando incluso a todo aquél que pretenda siquiera saludarlo para ser el único en quien Kadaj pueda confiar. Te va a ir mal… Estás obligándolo a amarte eliminado sus opciones y presionando sus sentimientos; manipulándolos o dirigiéndolos como se te place. Y tarde o temprano, vas a terminar lastimándolo, vas a destruirlo.
> Sólo mira los efectos de tus actos ahora. Él intentó suicidarse porque cuando buscó consuelo tú le cerraste la puerta en la cara y tú eres el ÚNICO a quien tiene; no tiene a nadie más, y eso lo lleva al borde del abismo.

- Nadie te pidió consejo… - respondió cortante fingiendo hacer caso omiso a sus palabras. Su orgullo no le permitía aceptar una crítica o un error, y el consejo del azabache estaba lleno de esas cosas. – Lárgate… - ordenó sin siquiera mirarle.

- De acuerdo, haz lo que quieras. Lo dicho, dicho está. Ya sabrás que hacer. – respondió inmune ante su ira saliendo de la habitación con la misma sonrisa de siempre.







Ni cansancio ni el dolor de sus heridas eran oponentes para Riku mientras lamía gustoso la lengua de Kadaj. Se atrevió a morderla por momentos, tirando de su cabello para impedir que su hermano se separe. La sensación era exquisita, incomparable a sus anteriores besos, estos eran más plenos; adictivos. Con tan sólo rozar sus labios esta electricidad lo llenaba haciendo subir su temperatura.

Tuvo que permitir que Kadaj tome una bocanada de aire, pero inmediatamente volvió a besarlo con la misma intensidad. No quería permitirle el escape.

-       Te amo… - le susurró sobre los labios, a lo que Kadaj rió.

-       Te vas a lastimar… mm – decía antes de volver a ser silenciado por la lengua intrusa de su hermano – mm… basta, deja de moverte… - reía al notar como estaba siendo completamente dominado por su gemelo quien hasta donde él recordaba era el sumiso de la relación.

Puso sus brazos sobre la cintura de Riku, intentando recuperar el control de la situación, pero su hermano se rehusaba a darle el gusto de controlarlo. Deseaba ser el único que manejara lo que estaba ocurriendo. Fue entonces cuando lo rodeó con los brazos por la cintura, apretando contra su cuerpo; intentando obtener su nuevo lugar.

Fue volteándose sobre sí haciendo que el sorprendido Kadaj quedara de bajo. Había perdido completamente el mando. Riku se amotinaba. Y su esperanza de ser, por una vez, “el hombre” de la relación se desvanecía; ahora todos parecían querer someterlo o dominarlo.

Empujó levemente con ambas manos sobre su pecho, intentando romper aquel beso, a lo que Riku gruñó molesto sobre sus labios. No quería que aquello acabara todavía, pero le estaban obligando.

-       Estás sangrando… - masculló Kadaj al encontrar su espacio para hablar, señalando la mancha turquesa en las vendas de su gemelo.

Kadaj presionó la herida cuando el espacio entre ellos se lo permitió. La intravenosa arrancada había dejado una perforación considerable en el cuello de su hermano, que con el movimiento inusual, había comenzado a sangrar bastante.

-       Sangra mucho… deberíamos llamar a alguien que trabaje en Shinra.- aconsejó Kadaj claramente preocupado.

-       Tú trabajas Shinra… - replicó Riku ansiando continuar con lo que antes hacían.

-       ¡Lo digo en serio! … - exclamó Kadaj intentando, en efecto, sonar serio. Pero no pudo evitar que una risa escapara de sus labios.

Tocaron la puerta de repente, salvando a Kadaj de las quejas que se le aproximaban amenazantes. Pudo separarse de Riku, aunque con mucha fatiga; y se dirigió hacia la puerta.

Zack lo sorprendió en el lumbral, obligándolo a hacerse hacia atrás para ingresar a la sala. Se comportaba sospechoso, miraba de espaldas por la fina abertura  de la puerta entreabierta como si alguien lo siguiera. Sin siquiera mediar palabras al ingresar, su comportamiento definitivamente lo delataba. Por alguna razón, no él no debería de estar ahí.

Cerró la puerta sigiloso y le dirigió una mirada cálida al albino. Como si todo lo anterior no hubiera ocurrido.

-       ¿Cómo te encuentras? – preguntó poniendo una mano sobre la cabeza de Kadaj revolviéndole el cabello.

Riku captó la atención del azabache impidiendo la llegada de una respuesta. Se miraron por unos segundos en un silencio de tensión. Como si con tan solo una mirada ya hubieran sacado conclusiones del otro. El azabache no borraba esa sonrisa descansada de sus labios, aunque no sabía exactamente cómo reaccionar ante un rostro tan apacible con ojos celestes que le susurraban “te odio” sin razón aparente. Definitivamente, Zack no parecía ser el sujeto favorito de Riku.

“Son hermanos” – se dijo a sí mismo el soldado recordando en los ojos del menor, los grises de Sephiroth que le miraban así cada vez que daba un paso hacia Kadaj. Ambos parecían ponerse a la defensiva cuando se trataba de él.

-       Así que ya despertaste… - le preguntó Zack a Riku cortando con el frío silencio que se había formado entre ellos. – Es extraño que la noticia de tu despertar no se haya esparcido por toda la compañía.

-       No avisamos a nadie todavía – respondió Kadaj.

-       … Mejor… - confesó el mayor suspirando y negando con la cabeza – “el don orgullo”  está como loco todavía… mejor esperar a que se le pase un poco.

Don Orgullo parecía ser uno de los muchos apodos que guardaba Zack para con Sephiroth. Claro que para nombrarlo así en privado y sacarle una sonrisa a más de uno. Esta vez fue a Kadaj a quien logró hacer reír, suficiente como para hacer hervir la sangre de Riku. Si antes Zack no le agradaba ahora lo detestaba.

-       ¿Y quién se supone que eres? – preguntó en un tono ácido.

-       Riku… - lo nombró Kadaj dirigiéndole una mirada acusadora para advertirle su tono de voz – Él es Zack…. es… “amigo” de Sephiroth…

-       ¡¿Sephiroth tiene amigos?! – preguntó sorprendido.
La carcajada de Zack resonó en la habitación. No era la primera vez que escuchaba algo así, era cotidiano. Pero no dejaba de hacerle gracia la reacción de las personas.

-Todos dicen lo mismo… - agregó sentándose al borde de la cama, haciendo caso omiso al odio que había florecido completamente en el rostro de Riku. Estaba tan acostumbrado a esquivar las miradas ácidas de Sephiroth que ya esquivaba la de los demás sin intención. – No sé si amigos sea el termino correcto… creo que sólo estoy yo, así que… Sephiroth tiene… UN amigo… - aclaró con una sonrisa para después mirarle un poco más serio - ¿Ahora estás bien, no?

 - … Si… - contestó Riku un tanto confundido por la repentina preocupación. ¿Por qué tal pregunta si hacía minutos que se habían conocido? – Parece que tú no estás tan bien… - comentó mirando la venda en su mano derecha que comenzaba a teñirse de un rojo brillante.

- ¡Zack! – interrumpió Kadaj notando la cruda reacción del azabache. Podía comprenderlo un poco,  ya que Riku parecía estar provocándolo al recordarle la herida que él mismo le había hecho. Pero esa actitud en su gemelo no se debía a más ni menos que sus contantes mentiras sobre lo ocurrido. Era su culpa… por lo que tomó al soldado del brazo obligándolo a levantarse y se lo llevó a la parte de curaciones de la sala, mientras decía – deja que te cure la mano…

Cerró la cortina dejando una fina pero oportuna barrera entre ellos y Riku e hizo que el confuso azabache se sentara.

-       No recuerda nada… - aclaró en un susurro revisando la terrible herida en su mano. Su carne se abría dolorosamente en su palma y se hinchaba  sobresaliendo por el dorso. Una puñalada limpia, que sangraba como recién realizada – Dios… ¡¿Quién te curó la mano?! ¡Esto necesita puntos! – exclamó lo suficientemente algo para que Riku lo escuchase.

El azabache se rascó la cabeza con la sonrisa de siempre y confesó algo avergonzado que se había curado él mismo.

-       ¿A qué te refieres con que no recuerda? – se volvió al tema principal en el mismo tono cómplice con el que había hablado Kadaj.

-       Tú sígueme el cuento… Hamilton fue quien me lastimó la espalda, Riku descubrió su habilidad pero se desmayó y nadie sabe cuál es exactamente… ¿entendido?

-       … Si… - acordó el azabache algo dudoso - yo puedo seguirte el juego, Kadaj… pero sabemos quién no lo hará… Al parecer Sephiroth tiene algo muy profundo contra Riku y dudo que coopere en tus planes de protegerlo. Además, tarde o temprano debe saberlo… ¿Cómo explicarás mi mano o lo del brazo de Sephiroth?

El albino permanecía callado mientras inyectaba a Zack para comenzar a suturar su mano. Escuchaba atentamente sus palabras, por lo que se detuvo inconscientemente al no hallar respuesta a su pregunta.

-       ¿Vas a seguir mintiéndole? – culminó el soldado aun susurrando, haciendo que Kadaj levante la mirada claramente angustiado. No quería seguir mintiendo, ¿pero que más podía hacer? – escucha…la verdad duele una vez, la mentira duele para siempre…

-       Tienes razón…- concordó finalmente desviando levemente la mirada.

Zack sonrió ante el logro y puso su mano sana sobre la cabeza del menor propinándole una suave caricia. Las cortinas se abrieron de un tirón, dejando al descubierto a ambos. La mirada de Riku se centró en la escena; tan acusadora como de cuando Kadaj se trataba. La mano de Zack se hallaba en un lugar no autorizado y con el simple hecho de posicionar sus ojos en ella lo dio a conocer. Sin embargo, Zack lo dejó con la amargura. Al pasar tanto de las miradas de odio tampoco identificó esta, así que ni se movió, fue Kadaj quien conociendo bien a su gemelo apartó la mano del soldado y continuó suturando como si nada.

-       No sabía que supieras “coser manos”… - comentó el azabache rompiendo nuevamente el silencio.

-       De hecho, no sé hacerlo…- admitió Kadaj mirando a Zack divertido quien ante tal confesión quiso retirar la mano – pero he visto hacer esta clase de cosas miles de veces, así que creo hacer un mejor trabajo del que hiciste tú al curarte – agregó evitando el escape.

-       En ese caso… “mi mano está en tus manos”

“¡¿Desde cuándo son tan amigos?!”- pensaba Riku mirando atento la situación, “cuidando” de que no se propasara.

Posiblemente fuera una idea errónea; pero no confiaba en aquel soldado. Y la razón, posiblemente era que ese sujeto se consideraba “amigo” de su despreciable hermano mayor. En pocas palabras, pertenecía al bando contrario. Seguramente Zack estaría haciendo hasta lo imposible para convencer a Kadaj de que Sephiroth era su mejor opción. No le hubiera sorprendido que todo el cuchilleo detrás de las cortinas se tratara sobre eso.

Algo lo hacía sentirse más confiado ahora, y si tenía que volverse igual de terco o despreciable que Sephiroth para asegurarse a Kadaj, lo haría. No iba a volver a dar a torcer el brazo.

-       Como nuevo… o… casi nuevo – exclamó Kadaj dando por finalizada su labor.

-       ¿Cuánto le debo doc? – sonrió el azabache mostrando su agradecimiento mientras movía la mano examinando los puntos.

-       Sólo no trate de curarse usted mismo y absténgase de entrenar un tiempo, señor – habló siguiendo el juego del soldado.

Zack asintió y puso dos de sus dedos en su frente a modo de saludo militar y se preparó para dejar la sala. Su jornada laboral aun no acababa.

-       Ah, por cierto… si el “don” pregunta… - se detuvo en el lumbral refiriéndose a Sephiroth- nunca estuve aquí.

-       Es más fácil decirlo que hacerlo, ¿verdad, señor consejero? – le reprochó Kadaj.

-       Existen excepciones… - intentó remontar el soldado recordando sus palabras sobre las mentiras – existen personas… y existen paranoicos… sabes de lo que hablo.

-       ¡Excusas! – gritó Kadaj ante un Zack que huía entre risas.

Kadaj se volteó con la sonrisa pintada hasta que vio el rostro de disconformidad de Riku. Los había interrumpido un sujeto extraño que no paraba de tocar el cabello de Kadaj ni de hablar cosas, que para Riku, no tenían sentido. Obviamente estaba algo enojado por la falta de atención y el tiempo excesivamente prolongado que habían pasado su hermano y aquel soldado detrás de esas cortinas. Y sólo bastó una mirada para hacérselo saber.

-       No me agrada…- aclaró el de ojos celestes por si aún le quedaban dudas.

-       ¿P-por qué? – preguntó Kadaj sorprendido por su cruda honestidad.

La puerta volvió a abrirse; esta vez de forma violenta y perturbante, interrumpiendo nuevamente la conversación entre los hermanos de forma bastante irrespetuosa. Rufus miró a Kadaj con un semblante frío y el ceño fruncido de tal forma que su ira se distinguía a kilómetros. Estaba furioso y había dejado al albino tan confundido que no hacía más que mirarlo en una mueca gatuna, a la espera del grito que le perforaría los oídos. Al parecer Rufus apenas llegaba del psiquiátrico del que él había escapado junto con Sephiroth. Tan sólo hizo falta una frase para helarle la sangre.

-       A mi oficina… Ahora.